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70 años al servicio de la educación
En el año 1952 una pequeña escuelita abría sus puertas, anclada en las faldas del imponente Ávila, en medio de un paisaje lleno de verde, de grandes piedras, matas de mangos, silencio, belleza y paz. La presencia Salesiana en Altamira se remonta al año 1944, cuando con motivo de la celebración de los 50 años de los Salesianos en Venezuela, la Familia Salesiana decidió levantar un Santuario Nacional en honor a San Juan Bosco, su fundador, sacerdote y educador italiano que dedicó toda su vida a trabajar por la juventud. Se escogió como lugar para realizar este sueño el centro de una futura urbanización que ya se ideaba y proyectaba en Altamira.
El sacerdote salesiano e historiador, Amador Merino, nos presenta los inicios de la obra en Altamira en su libro “Los salesianos en Venezuela: “El Sr Luis Roche, empresario urbanizador, había prometido donar un solar en el que pudiera edificarse el nuevo templo. Juntamente con el Padre Segundo García, Ecónomo Inspectorial de los salesianos en Venezuela, con anterioridad a la celebración cincuentenaria, partiendo de la plaza donde hoy se yergue el obelisco –actual Plaza Francia de Altamira-, caminaron largo trecho por la programada Avenida El Parque – hoy Avenida San Juan Bosco- en dirección hacia la Silla de Caracas. En cierto momento se detuvieron. Creyeron que ese era el lugar más adecuado para edificar el soñado Santuario, ubicado en las adyacencias de lo que hoy es la Plaza San Juan Bosco. Hacia el sur se extendía el Valle de Caracas, muy cerca, al Norte, se hallaba la Cordillera de la Costa, como inmenso retablo de fondo del nuevo templo. Señalaron un punto muy preciso”.
Justamente en ese punto sería sembrada la primera piedra, el 20 de noviembre de 1944, y, al año siguiente, se levantó provisionalmente la sencilla construcción de la vieja capilla. En septiembre de 1949, se presentó el diseño de lo que sería la nueva residencia salesiana que se levantaría anexa al templo dedicado a Don Bosco.
Fue en 1951 cuando el P. Jorge Serié, miembro del Consejo General que estaba en Venezuela como visitador extraordinario, dispuso que se ampliara la construcción y pasaran a Altamira los estudiantes de Filosofía (salesianos en formación). En abril de ese año llegaron los estudiantes en donde permanecerían hasta el año 1966.
El primer director y animador de la obra fue el padre Enzo Ceccarelli. Durante esos años creció el ambiente de cercanía y de buenas relaciones con los pobladores de la zona y gracias a la presencia de los estudiantes de Filosofía y acompañados por el P. José Vicente Henríquez se inició el Oratorio Festivo. Cientos de muchachos de distintas partes, sobretodo de Petare, llegaban a Altamira. Allí se les enseñaba el catecismo, jugaban en los patios, se les brindaba una merienda y se les acompañaba en la fe.
Como anexo al Filosofado se fundó el Colegio “Don Bosco”, una primaria que abrió sus puertas en el año 1952. Los estudiantes de filosofía, de esta manera, tenían donde realizar las practicas docentes, requisito indispensable para obtener el título de maestro.
En 1956 se construye el teatro Don Bosco y, al año siguiente, la parte nueva del colegio. Este nuevo tramo del colegio fue bendecido e inaugurado por el Rector Mayor de los Salesianos, Renato Ziggiotti, con motivo de su visita a Venezuela. Desde 1958 el salón-teatro servirá de Iglesia, mientras se construye el Templo a San Juan Bosco. El teatro, durante muchos años, prestó servicio a la comunidad como cine popular, abriendo sus puertas y proyectando filmes de calidad, y organizando espectáculos, teatros y festivales.
El estudiantado filosófico y el Colegio siguieron siendo una realidad inseparable hasta 1966, cuando el filosofado salesiano es trasladado a San Antonio de los Altos. A partir de ese año el Colegio Don Bosco amplía su servicio abriendo el bachillerato. Es por eso que sólo en el año 1971 es cuando egresa la primera promoción de Bachilleres en Ciencias. De esta primera promoción, de sus familias y de todo el personal relacionado con el colegio, se debe destacar los esfuerzos, en un clima de colaboración y solidaridad, organizando verbenas y rifas, que hicieron posible la construcción del Templo Nacional a San Juan Bosco.
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